lunes, 9 de abril de 2018

El gusto


El primer disco que toqué, o el que recuerdo, fue uno de Santana. Era de mi papá. Un loco total de la música que coleccionaba vinilos desde joven. No lo tiene más. Nunca pudo recuperar ninguno de los más de cien vinilos que guardaba en un cajón azul.
No dude un segundo en empezar a coleccionar como él, pero por ser de otra época, me tocó coleccionar cassettes y compact discs. Todos son de rock. Inundan varias estanterías de mi biblioteca como si fueran libros.
Van de la A a la Z.
Cada mudanza significa guardar uno por uno en su respectivo orden. Vuelven a estar apoyados en la biblioteca blanca, ocupando dos o tres estanterías. Son muchos. Podrían ser más.
Algunos también nunca pude recuperarlos.
Los cassettes son un punto y aparte. La mayoría tienen frases en liquid paper que dicen “VARIOS” o simplemente “HEAVY METAL”. Ya casi no los escucho. Pero cada uno significa algo para mí. Lo mejor era meter una birome bic entre los agujeritos que sostienen la cinta y rebobinarlos, una y otra vez.
Me dolió cuando desaparecieron varios títulos de mi colección. El lado oscuro de la luna, por ejemplo. Me había acompañado a todos las ciudades en donde viví. Del sur al norte. Hasta que no lo vi más.
La esencia de mi vida tiene que ver con eso de llevar la música a todas partes.

Autobiografía - Relato 

Marina Miguel 


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